La seguridad alimentaria es un tema que ha siempre interesado y preocupado a economistas, agrónomos y políticos. Desde 1800, algunos economistas predijeron la escasez alimentaria (la teoría de Malthus), que causaría hambrunas y muertes ya que la producción agrícola no sería suficiente. Aunque la teoría resultó ser equivocada, hoy en día es importante reconsiderar la teoría de Malthus. Podemos aprender de la teoría se la interpretamos con un nuevo punto de vista. La forma actual en que producimos nuestros alimentos es frágil y no tiene una red de apoyo. Nuestro sistema agrícola se ha vuelto un sistema global, y se enfrenta a tres grandes desafíos.
1) El agua:
El uso del agua en agricultura representa las tres cuartas partes del uso total de agua dulce. Aún suponiendo este uso se hace de la manera mas eficiente posible, la humanidad todavía necesita por lo menos un 17% más de agua dulce para satisfacer todas las necesidades alimentarias. De acuerdo a la Organización Mundial del Agua:
La tasa mundial de consumo de agua se duplica cada 20 años, superando por dos veces la tasa de crecimiento de la población. Con la persistencia de la sequía regional, la creciente migración de población a ciudades costeras, y el agua necesaria para el crecimiento industrial, se proyecta que la demanda de agua en 2025 será superior a la oferta en un 56%.
Estas son estadísticas alarmantes. Sin ni siquiera considerar los problemas que traerá el cambio climático, el aumento de la población provocará un aumento radical en la demanda de agua. El único problema es que a diferencia de los alimentos, el agua no puede ser producida o sustituida con facilidad (como se podría reemplazar, por ejemplo, el maíz con el frijol). Mientras los gobiernos, industrias y consumidores no se vuelvan más responsables, el problema del agua no se resolverá. El individuo estadounidense promedio utiliza 100 a 176 galones de agua por día, en cambio, la familia africana promedio utiliza cinco galones de agua por día. Y mientras no resolvamos el problema del agua, la seguridad alimentaria no se obtendrá. Y como la historia ha demostrado una y otra vez, serán los más desafortunados y pobres los que van a sufrir las consecuencias de la escasez y hambrunas.
2) El aumento de los precios del petróleo:
Nuestro sistema alimentario es dependiente del petróleo en todas las etapas de su producción. Cultivamos nuestros granos y vegetales gracias al uso de fertilizantes y pesticidas derivados del petróleo. Los agricultores de todo el mundo (sobretodo en el mundo desarrollado) están adictos a la eficiencia de los fertilizantes y pesticidas, por lo tanto el petróleo. Una vez que la comida se cultiva y recoge, la elaboración y envasado también requiere grandes cantidades de energía. Por ejemplo, utilizamos plástico para envasar y conservar la mayor parte de nuestros alimentos. El transporte de nuestros alimentos también requiere de mucho petróleo (aunque no es el problema más grande). Es evidente que el aumento de los precios del petróleo cambiará la economía agroalimentaria. Las ventajas económicas que tienen las grandes empresas agrícolas pueden ser detenidas por los precios del petróleo.
3) El cambio climático:
Por último, pero no el menos importante, esta el cambio climático. Este parece ser la amenaza más obvia para la agricultura. Este provocará un cambio considerable en los patrones del clima, temperaturas y ciclos de agua. Esto provocará cambios importantes en la producción agrícola. Algunos lugares se volverán más fértiles, otros menos. Pero la pregunta importante es: cómo se llevarán a cabo estas transiciones? Habrá migraciones imprevistas, cambios en la producción agrícola y cambios en los precios. La transición necesaria de la agricultura traerá, sin duda, más inseguridad al sistema de producción de alimentos.
Tal vez Malthus tenía razón al predecir la escasez de alimentos. Tal vez haya subestimado la ingenuidad humana, pero hizo bien en considerar las limitaciones de la Tierra. Al contrario de sus predicciones, la volatilidad alimentaria no se deberá a la escasez de tierra, del tamaño de la población, o de baja productividad. Nuestro sistema alimentario actual es un sistema muy frágil porque depende de los mercados de los precios del petróleo, sobre el uso de recursos escasos frente a la creciente demanda (como el petróleo y el agua). Es un sistema amenazado por los cambios causados por el aumento de las temperaturas del clima.
Los alimentos no deberían de ser tratados como una mercancía, ya que es una necesidad básica para la vida. Como ciudadanos del mundo, tenemos que encontrar la manera de mejorar nuestro sistema alimentario. Tenemos que disminuir nuestra dependencia del petróleo (comprar alimentos más frescos y más locales, orgánicos), consumir agua de forma responsable y apoyar a los afectados por los impactos del cambio climático.